jueves, 12 de marzo de 2015

La corte del Rey Mono

     Ptrrrrak. Se rompe el plastico. Sordo ruido de bullicio en un cuarto vacio. El aire es denso y viscoso, entra al pecho como un aceite con olor a decadencia urbana, o decadencia humana -que es basicamente lo mismo-. ¡Cling! Una vieja cuchara cae estrepitosamente al suelo de baldosa, para ser levantada por la huesuda mano de piel gris opaca. La cuchara, sin brillo, irrecuperablemente doblada, reclama el trono de la escena. Hace notar su irremplazable puesto, la absoluta necesidad de su presencia, echa sobre la mesa su antigüedad, su experiencia, y su buen desempeño. Pero usted, y yo, y la cuchara, todos sabemos que es meramente una actriz de reparto. Puede postularse al trono del Rey Mono, pero apenas lleg...lle...llNGHEAAJJJ. ¡Atencion! Fetida y repugnante hace su entrada la bilis. Tibia, impura, se recuesta en un balde sucio y maloliente. Su ruidoso desfile de entrada deja a todos languideciendo por un momento, con las rodillas debiles, necesitando asiento; pero ni bien pasa el estupor inicial, pronto todos nos olvidamos de ella, dejamos de prestarle atencion. La cuchara, sabiendose tambien perdedora, la levanta.
     Alzan a la Infanta de su cama de bolsa. Todos la admiramos, contenemos el aliento cuando pasa frente a nuestros ojos, pero humilde declara: "Este no es mi trono", y se acomoda con los otros cortesanos.
     "Cshik, cshik", se aclara el fuego, "permitanme...", y mientras abraza a los desplazados de la carrera por gobernar, exlama con toda majestuosidad: "¡Permitanme presentarles a su futura Reina!". Irrumpe la aguja y todos aplauden, mas ella, modesta, los hace callar cortezmente. "Oigan", susurra. Pblug. Pblug. Pblugrubruglubr. La aguja levanta con suavidad a la Princesa como si fuera su propia hija. "Ya veis vosotros, que os creias gobernados, que todos juntos reinaran. ¡Que viva la Reina!". "¡Viva!". Pac, pac. Unos golpecitos, y la aguja la deposita en su trono venoso.
     Con la princesa en su lugar, la ocasion sugiere gozo y regocijo. Todo es alegria por unos instantes. Todos gritan. Todos celebran, todos se embelezan, todos tiemblan, todos callan eternamente, olvidados en una habitacion cerrada. La verdadera Reina ha ocupado su trono.